Olvídese del profesor que entra en la clase y explica sin mover una ceja que el mercurio es un metal pesado conocido por el símbolo Hg y con número atómico 80. Eso ya ha pasado a la historia anterior a la clase invertida (Flipped Classroom, también llamada Flip Class). Lo saben perfectamente los alumnos de ESO del colegio concertado Vila do Arenteiro, en O Carballiño. En esta cooperativa de profesores que nació en 1986 los jóvenes estudian la teoría de Química en su casa; aunque eso no significa que lo hagan solos, en absoluto.
Esto del aula invertida no tiene nada de innovador: «Antes el profesor te decía: “Mirad este tema en casa y mañana lo practicamos en clase”». Lo resume Juan Sanmartín, el profesor de Matemáticas y Física y Química en ESO, que ha decidido que este sistema es el mejor para sus alumnos (y parece que ha acertado). La diferencia entre el profesor antiguo y Juan es que este lalinense con alma arousana usa la tecnología. Sus alumnos, como Inés o Luis, no tienen que enfrentarse en solitario a un libro de química. Ellos abren su tableta, su móvil o el ordenador y van a la web donde aparecen los vídeos del profesor: en unos pocos minutos, la voz de Sanmartín da vida a unos powerpoints en los que se desgranan los cálculos de moles en sustancias gaseosas, la nomenclatura de óxidos con metales o problemas de energía mecánica, por ejemplo. El alumno lo puede ver una y mil veces, pararlo y volver atrás. Apuntar sus dudas o mirar fijamente a la pantalla mientras su cabeza vuela a mil kilómetros de allí. Como en clase, pero con una salvedad: «Como na casa non tes a ninguén con que falar, é máis fácil concentrarse», dice Inés. Hay que tener en cuenta que los vídeos son de cuatro o cinco minutos, así que mantener la atención no resulta especialmente difícil.
Una vez en el aula, Juan les entrega un boletín de ejercicios, por ejemplo. Cada uno se pone con el trabajo y el profesor pasea por el aula. Cuando alguien tiene una duda levanta la mano, o el propio Juan está pendiente de quien no se atreve a hincarle el diente a la materia. Si alguno se olvidó de ver el vídeo, siempre puede ir a un aula de informática a repasar. Otras veces, Juan opta por repetir algún concepto o sondear entre el grupo para saber si captaron bien la esencia de lo explicado.
¿Qué se gana con este sistema? Tiempo en clase. «Ahora hacemos cuatro o cinco boletines de ejercicios cuando antes solo nos daba tiempo a uno», contabiliza Sanmartín. Incluso se permite el lujo de favorecer el aprendizaje cooperativo: «A veces los alumnos más aventajados ayudan a los que tienen más problemas, lo que beneficia a los dos, a uno porque repasa y al otro porque en general resulta más fácil aprender entre iguales».
El sistema del aula invertida permite, además, adaptarse a cada alumno. «Tengo un estudiante buenísimo en otra clase -pone como ejemplo- que va dos temas por delante». Esa es una de las enormes ventajas de la Flip Class. Y no solo para los que van adelantados, sino para quienes necesitan fijar conceptos: «Sé que algunos alumnos miran vídeos de cursos anteriores porque no saben, no sé, sumar fracciones, y les da corte levantar la mano en clase y preguntar».
El examen, con el móvil
Para completar el proceso de aprendizaje, Sanmartín propone exámenes. Algunos, al estilo tradicional: «Me gusta que desarrollen los problemas porque esto es la secundaria obligatoria y yo tengo que valorar que el resultado sea el correcto, claro, pero también me importa mucho si el planteamiento y el desarrollo lo son». Juan coordina las Olimpiadas de Química en Galicia y ahí las cosas son diferentes: «No tenemos piedad -se ríe-, porque es algo muy diferente, tienen que quedar dos o tres de toda Galicia y lógicamente nuestro nivel de exigencia es altísimo». Por cierto, raro es el año que la comunidad no se vuelve con una medalla nacional.
Volviendo a los exámenes del profesor Sanmartín, a veces los estudiantes los hacen con el móvil. Es un asunto delicado este porque «hay que estar muy atento». De entrada, cada vez que el profesor les permite usar el dispositivo en clase los padres deben firmar la autorización: «Si no, alguno es capaz de decir en casa que todos los días usamos el móvil». Para que digan que los profesores no se enteran de nada. En el caso de hacer el examen con el smartphone, la prueba queda registrada en el programa del maestro (Socrative), que convierte cada examen en un pdf que imprime por si los padres quieren verlo. De entrada, con este sistema se gana a los jóvenes: a los alumnos les gusta, les parece «más fácil y divertido».
Muchas horas de trabajo
Detrás de las clases de Sanmartín hay mucho trabajo, miles de horas: «Solo preparar los powerpoint de algunos temas me lleva una hora larga», dice. Después está grabar el sonido, montarlo todo y darle apariencia de presentación. Lleva más de 300 temas, y los que le faltan: «Voy aprendiendo y mejorando».
También aprovecha para explicar a otros compañeros cómo funciona la Flip Class, y hay diferentes niveles de complejidad: «Les aconsejo que si no se atreven con lo que hago yo, que se graben delante de un encerado explicando la lección como en clase», comenta. Es un sistema bueno, aunque al alumno le puede distraer la presencia del maestro, pero para empezar es algo sencillo y útil.
En el colegio están valorando ampliar este sistema a otros cursos, aunque no son partidarios de extenderlo a todas las materias y clases. Su directora, Ana Pérez, explica el motivo: «Os nosos alumnos comen no colexio e saen a media tarde, algúns de feito ás oito. Non podemos pedirlles que miren este vídeo e estoutro. Hai que ter en conta o tempo de que dispoñen».
El Vila do Arenteiro es un centro muy familiar, con 213 alumnos y 25 profesores, que incluye desde infantil a ESO y tres aulas de educación especial. También tienen una escuela infantil de cero a tres años, con 42 alumnos. Esta estructura y el hecho de la jornada partida -con programa madrugadores y actividades extraescolares- hacen que los alumnos vean el colegio como su casa, los profesores conocen a todos los estudiantes y es precisamente esa atención individualizada lo que caracteriza al CPR.
Las claves del centro
Aprender con tabletas
Los de infantil conocen 40 monumentos del mundo. «¿En qué sitio está la torre Eiffel?», pregunta la profesora de cinco años a sus alumnos. «En París, en París», responden al unísono. En esta clase los pequeños aprenden con tabletas y maquetas y ya saben 40 monumentos del mundo, con su nombre y ubicación. A veces, es cierto, no todo es cultura: «¡Mira lo que le están haciendo al Big Ben!», se queja un alumno a la profesora, mostrando el reloj del Parlamento sin tejado.
Trabajo cooperativo
Las grandes citas del año se preparan en grupo. Las semanas anteriores al entroido, los alumnos de sexto anunciaban: «Mañá vimos con gafas» o «Toca axóuxeres e biberóns»; al día siguiente, profesores y alumnos acudían con el adorno correspondiente. «Las fiestas del colegio se hacen de forma colaborativa, se trabaja en conjunto», explica la jefa de estudios, María Ferradás. Es fácil, porque todos los niños se conocen.
Patio diferente
Mariolas y parchís como alternativa al fútbol. El fútbol es el rey del recreo, pero además el cole tiene pintados en el suelo mariolas, tres en raya o parchises para que haya variedad. Los niños se inventan reglas propias.
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